lunes, 12 de marzo de 2007

Los Castros: Un mirador con achaques

Os Castros está acostumbrado a salir en los periódicos para expresar su malestar colectivo: la contaminación por las descargas de carbón en los muelles; el viento arrastra el polvillo del mineral hasta el barrio. Consecuencias: casas ennegrecidas y, sobre todo, gente aquejada por problemas respiratorios.

Eso sí, a pie de calle, la opinión pública también se atreve a mostrar las virtudes de este populoso barrio coruñés. «¿Lo mejor de Os Castros? La gente», dice Marisa, en la avenida de General Sanjurjo, la arteria comercial de la zona.

Lo confirma José, «mira, aunque está muy viejito, se está muy bien, si no fuera por lo del puerto». De nuevo referencia a esta guerra que mantiene en vilo al barrio contra la Autoridad Portuaria desde hace años y que parece que se solucionará cuando se estrene el recinto cerrado de descargas en primavera.

Un barrio «de verdad»

Pero hay más cosas que carbón. «Lo bueno es que somos un barrio de los de verdad; los que somos de aquí lo sabemos», dice Clara, cerca de Casablanca. Hace referencia a las pequeñas tiendas, comercios de todo tipo y vida de calle de los vecinos: «Nos conocemos de toda la vida».

Se le notan achaques a Os Castros y parece que las inmobiliarias se dan cuenta. Se hacen casas nuevas y algo se renueva. Se aprecia, sobre todo, en la zona de San Diego. Fuera del laberinto de calles articulado en torno a la avenida de General Sanjurjo y el Mirador.

En San Diego tiene Os Castros su parque, su centro cívico y su complejo deportivo. Pero le falta algo, Os Castros anhela el mar. Los vecinos lo ven desde sus casas, pero la presencia de los muelles les impide hacer otra cosa que mirar las montañas de carbón.

Problema asumido: el tráfico

Ya no es lo que era, pero sigue siendo un hándicap con el que convivir: el tráfico. Os Castros paga la consecuencia de ser la entrada ‘alternativa’ a la ciudad. «Lo peor es en las horas punta, por la mañana», dice una vecina en la parada de autobús del Mirador. El túnel desvía gran parte de la circulación, pero los residentes lidian igual con el aluvión de buses que conectan A Coruña con el área metropolitana. No hay más que echar un vistazo a diario a la avenida del Ejército para comprenderlo.